Al final, todos somos "putas" en esta sociedad. Cada uno de nosotros vende una parte de sí mismo a cambio de dinero, porque de eso va el trabajo. El que es fuerte vende su fuerza, el que tiene destreza manual vende sus manos, y el ingeniero vende su intelecto. Nos ponemos un precio y nos intercambiamos en el mercado laboral como si fuéramos productos con etiquetas.
El valor de lo que vendes depende de cuánto estén dispuestos a pagar por ello, pero al final, nadie trabaja por gusto; trabajamos por necesidad. Es una transacción, y en ese sentido, todos somos mercancía.